No hay duda de que durante la gestación y posterior lactancia los requerimientos nutricionales deben ser tenidos en cuenta de una forma más personalizada dependiendo desde que estado, nutricionalmente hablando, partamos.

La mujer embarazada experimenta ciertos cambios fisiológicos que permitirán un adecuado desarrollo y crecimiento del futuro bebé.

Necesitamos cubrir las necesidades habituales de la madre, así como atender los requerimientos del feto y la formación o crecimiento de estructuras como placenta, útero, glándulas mamarias.

 

El cuerpo humano está tan bien diseñado, que conoce los cambios a los que se está enfrentando y los cambios posteriores que le esperan, por eso va creando una serie de depósitos para llegar al momento del parto de forma óptima y poder preparar la lactancia.

La composición corporal de la mujer gestante eleva sus reservas de grasa corporal. Esta grasa se distribuye de forma simétrica por todo el cuerpo. El sentido fisiológico de esta grasa podemos decir que es doble:

1.         Cubrir las demandas energéticas de la madre, por si la misma no siguiera una dieta nutricionalmente acorde a la situación.

2.         Aporta una seguridad a la posterior lactancia (la leche materna tiene un alto componente graso).

 

Para calcular las necesidades durante el embarazo, debemos tener en cuenta dos factores:

1.         Tomar como base las necesidades de la mujer sana no gestante y añadir la cantidad necesaria de nutrientes que se van a necesitar en el embarazo.

2.         El estado nutricional previo a la gestación que se tenía.

 

Entre los nutrientes que debemos tener una mayor atención y asegurar su ingesta se encuentran:

          Proteínas (preferiblemente las de origen animal frente a las de origen vegetal)

          Ácidos grasos esenciales

          Calcio

          Magnesio

          Hierro

          Zinc

          Yodo

          Vitaminas

         Ácido fólico

 

Consejos dietéticos

1.         Realizar siempre una dieta equilibrada. No debemos hacer caso a dietas restrictivas que no nos aseguren la ingesta correcta de nutrientes.

2.         Evitar situaciones de ayuno prolongado y dietas que no incluyan hidratos de carbono, ya que se pueden producir cuerpos cetónicos perjudiciales para el bebé.

3.         Evitar consumo de alcohol, tabaco y otras sustancias que puedan resultar peligrosas para el bebé, evitando así llegar a situaciones como parto prematuro, malformaciones, bajo peso al nacer o farmacodependencia del neonato.

4.         Tomar estrictamente medicamentos y suplementos nutricionales supervisados por el médico y bajo su control.